§ Descubren el mecanismo antitumoral del principal
ingrediente del cannabis
§ Los cannabinoides podrían utilizarse con otros
antitumorales para reforzar su acción
Tal vez el papel más conocido de la
marihuana entre pacientes con cáncer sea como 'aliado' contra la fatiga, la pérdida de
apetito o las náuseas que causan algunos tratamientos. Sin embargo, en otro
contexto muy diferente empiezan a verse evidencias que demuestran que el
cannabis podría ser algo más: un agente terapéutico contra las células
tumorales. Un grupo de investigadores españoles lidera esta vía de
investigación, que esta semana ha puesto un nuevo peldaño en su camino.
El equipo, que encabeza desde la
Universidad Complutense de Madrid el investigador Guillermo Velasco, acaba de
publicar en la revista 'Journal of Clinical
Investigation' nuevos datos que confirman el potencial
anticancerígeno del tetrahidrocanabinol
(THC), el principal ingrediente activo de la marihuana. Y lo que es más importante, han desentrañado los
mecanismos que intervienen en esta acción antitumoral.
Como si de una cadena de montaje se
tratase, Velasco y su equipo han observado (tanto en líneas celulares humanas,
como en ratones con tumores cerebrales), que el cannabis es capaz de activar
una proteína, p8, que a su vez actúa sobre otras piezas importantes en el
control del crecimiento tumoral, como Akt y mTORC. "Esto desencadena en
las células un proceso de autofagia, por el que ellas mismas digieren algunos
de sus propios componentes, como las mitocondrias", explica el
investigador. Finalmente, esta
autofagia provoca la muerte de la célula tumoral mediante una especie de suicidio programado llamado
apoptosis.
Los ratones del experimento, recibieron la
misma dosis de cannabinoides sintéticos (suministrados por compañías que lo
fabrican de forma artificial) tanto en la zona del tumor como
intraperitonealmente, es decir, con una inyección bajo el abdomen. Y en ambos
casos se logró una reducción de la masa tumoral; lo que significa que la acción
del tetrahidrocanabinol puede obtenerse bien de manera local o sistémica, a
través del torrente sanguíneo.
También en humanos
Para confirmar que el mecanismo
descubierto es el mismo en el caso de los tumores humanos, Velasco y su equipo
tuvieron acceso a las muestras de dos pacientes tratados en Canarias con
tetrahidrocanabinol dentro de un ensayo clínico piloto realizado en 2006. Y
confirmaron que también en células humanas el principal ingrediente del
cannabis es capaz de desencadenar esta cascada de señales que acaba con la
muerte de las células cancerosas.
La buena noticia es que conociendo al
detalle este mecanismo es posible pensar en utilizar fármacos que regulen esa
vía; bien diseñando compuestos nuevos que actúen a ese nivel, o utilizando
fármacos que ya están en el mercado (como la rapamicina, que actúa sobre
mTORC). Aunque como advierte Velasco con cautela, "que nadie piense que el cannabis va a
combatir por sí solo el cáncer cerebral", sino que será necesario utilizarlo y probarlo con
otros compuestos. "El futuro del cáncer pasa por terapias combinadas e
individualizadas; no por una monoterapia", subraya.
A partir de ahora, al margen de conocer
mejor los entresijos de este mecanismo, el grupo tratará de llevar sus
conclusiones a un ensayo clínico con pacientes. "Tendremos que combinar
los cannabinoides con otros compuestos útiles frente a los tumores cerebrales;
y ver todavía cuál es la dosis adecuada de THC, la mejor vía de
administración... Esto
no es mágico".
Además, añade, se trataría de utilizar el
cannabis igual que un medicamento, no por vía inhalada, ni fumada. De hecho,
una de las posibilidades que barajan es emplear uno de los fármacos a base de
cannabinoides que se administra en forma de 'spray'
por vía sublingual (llamado Sativex) y que podría autorizar la Unión
Europea próximamente.
Respecto a los recelos que pueden
despertar los posibles efectos secundarios del cannabis (como ocurre en el cerebro
de los fumadores de porros más jóvenes), Velasco también se muestra
tranquilizador. "Tiene
un perfil mucho menos tóxico que la quimioterapia. Y hemos observado que en las células sanas tiene
incluso un efecto protector. A diferencia de las células tumorales, éstas no
mueren cuando se les inyecta THC", explica. Sin que se sepa aún muy bien a
qué se debe esta diferencia, el investigador se atreve a apuntar a una cuestión
relacionada con el metabolismo que habrá que seguir estudiando.
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